Bueno esta tarde he tenido que asistir a una misa por defunción, ya sabéis la misa que se celebra después del funeral para las personas que no pudieron asistir. Hemos estado bastantes y como suele ocurrir te encuentras con personas a las que conoces y que conocen a una parte de la familia pero no a otra y se extrañan cuando les dices que tu también eres parte de esa familia. Perdón que no lo aclaro bien, el fallecido era un primo hermano, joven, bastante joven, 62 años. Ya tuvo un infarto hace años y le hicieron un bypass, esta vez no ha sido posible. No pude asistir a su funeral, fue en Madrid, y me quedé con mi madre (90 añitos tiene la moza), mi hermana si pudo ir, mi otra hermana estaba de viaje.
Hoy aquí en Badajoz estaban sus hermanas y cuñados y sobrinos y primos y su tía, mi madre, la única superviviente de la anterior generación. La anterior generación, nuestros progenitores… he conocido a la hija de 6 años y a otra de un mes de las hijas de una de mis primas. En realidad son unos perfectos extraños, sé que tenemos una relación de parentesco pero… Aún recuerdo de niño las pocas veces que vine a Badajoz a ver a mi abuela, vivían en las Huertas de Trevijano, bueno los que sean de aquí tal vez lo recuerden para los más nuevos les diré que estaban por donde hoy está el Tanatorio, más o menos. El Canal pasaba al lado y en verano nos bañábamos en él. Mis primos mayores cazaban culebras y pájaros.
Cuando murió mi abuela yo tendría unos 6 años y recuerdo la escena igual que recuerdo la habitación. Decía que cuando murió mi abuela paterna vinimos a Badajoz y yo lógicamente no aguanté el velatorio, así que me llevaron a la habitación donde estaba la muerta y me acostaron en la cama de al lado, la única libre. A eso de la media noche me desperté, no recuerdo porqué y descorrí la cortina que hacía las veces de puerta y pasé a la sala donde estaban reunidos todos. Alguien dijo dirigiéndose a mi madre “mira quien está ahí” y aún puedo ver el bote y escuchar el grito ahogado de la vecina que estaba de espaldas frente a mí. ¡Qué se pensaría la pobre!
Recuerdo también cuando murió mi abuela materna y del beso de despedida que le di.
Estaba enferma desde hacía tiempo y se sentaba en un sillón de madera con ruedas pequeñitas, de madera del tamaño de una tapa de un bote de mahonesa, para poder desplazarla. Recuerdo también la muerte de mi abuelo materno, yo me crie en su casa, frente a la de mis padres, cuando hacía una trastada en mi casa huía como alma que lleva el diablo y cruzaba la casa, la calle y la otra casa, cuando querían alcanzarme yo andaba por la ribera.
Faltan muertos, a mi abuelo paterno lo asesinaron en el campo, en la finca donde trabajaba, durante la guerra, él era el Presidente de la Casa del Pueblo, cuatro tiros y una fosa en ningún sitio. Mi padre, ¡Cuánto lloré ese día! Y alguna más, alguna muerte más, más dura, más profunda…pero eso es secreto de sumario.
Estoy triste, claro que lo estoy, pero es más añoranza que tristeza. Hace ya muchos años que no temo la muerte, pero cuando me roza, como hoy, tengo añoranzas de lo que fue.