No lo recuerdo bien, debe de ser por la edad, y también, que
ya llovió desde entonces.
No recuerdo si era por estas fechas, creo que sí que los
críos salíamos con las “matracas” por el pueblo. Lo que si recuerdo era que nos
juntábamos unos cuantos, cada pandilla
por su zona e íbamos casa por casa con la misma cantinela “buenos día Tía
María, deme Usted la Chiquitía” y la Tía María de cada casa nos daba unos
higos, unas castañas, unas nueces, unas granadas o unos membrillos, cada cual
según hubiese en su casa y seguíamos a la casa siguiente. Cuando teníamos
bastante de todo, he de reconocer que bastante poco, que los tiempos no eran de
bonanza, nos íbamos a cualquier descampado en los alrededores del pueblo o a la
rivera, hacíamos una lumbre, asábamos nuestras castañas y nos comíamos la
Chiquitía. El día 1 era obligado la asistencia al Cementerio a honrar cada cual
a sus difuntos. El lugar lucía espléndido. Aún hoy lo hace puesto que nuestros
mayores, nuestras madres, habían ido a encalar y a limpiar bien los nichos de
nuestros muertos y a poner flores en tanto que las campanas de la Iglesia
tañían a muerto durante todo el día. El tiempo pasó y las estaciones se
sucedieron inmutables al paso del tiempo que comenzó a correr como alma que
lleva el diablo. Hace años que no voy al Cementerio salvo, claro está, las
visitas obligadas, cada día más y más consecutivas. Sé que algún día me tocará
a mi, como nos tocará a todos. No tengo ni prisas ni ganas pero como decía el
indio de la película “hoy es buen día para morir”. Seguro que el muy cabrón
tenía todos los asuntos pendientes resueltos.
Al día de hoy asisto impertérrito y más bien obtuso y
obnubilado cómo mis hijos no honran a sus muertos, a mis muertos y quedan y
organizan fiestas de jaloguín incompresibles para mi. ¡Las cosas de la
globalización! Si al menos hubiesen exportado el culto a la muerte mexicano o
las fiestas a la Santa Muerte...pero no, el Sistema quiere cachorros
aborregados incapaces de pensar en algo más allá que el disfrute inmediato, en
el divertimento como forma de escape de todo, sobre todo de la Realidad. Dentro
de 48 horas será el día de los Santos Difuntos y lo que menos se celebrará será
a ellos.
Que nadie entienda esto como apología de una tradición cristiana porque
no lo es. Esta tradición es bastante anterior. Otras culturas, otros pueblos ya
celebraron lo mismo. Es más bien la manifestación ancestral del cambio de
estación, el anuncio del invierno, la constatación de que Perséfone, la Proserpina latina, la esposa de Hades /Plutón
volvía a las estancias de su marido, donde habría de esperar hasta resurgir de
nuevo en primavera. Por cierto de Plutón, viene plutocracia...era el dios más
rico pues conocía por habitar en las profundidades dónde estaban todas las
minas y riquezas de la tierra. ¡Lo que son las cosas, empieza uno hablando de
su infancia y termina hablando de los dioses! ¡Será la edad!