
Y si esa escena es la del teatro romano de Mérida ¿También es posible?
La respuesta en los dos casos es si.
Antes del sábado pasado, el 18, día infausto en la memoria, hubiese dudado de la respuesta a la segunda pregunta. Hoy, después de visto lo visto, no hay duda. Hay truco, eso si, pero…
¡Cualquiera no lo hace…!
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Algo saben en mi Capital de Teatro Clásico, ¿no creéis? Pues bien en estas estábamos y ya que el Brujo, hacía unos años que no venía por Mérida, pues decidimos ir a verle.
Las entradas compradas por internet no tienen problemas y pasan la lectura del scaner, las chicas y chicos de marca Extremadura por todas partes regalando botellines de agua y programas de mano, a la hora de encontrar asiento te iban indicando por qué puerta entrar.
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¿Qué obra? ¡Ah!... si, la obra… esto… es que… no es una obra al uso.
Vamos que es un monólogo, hora y media de monólogo, con un acompañamiento de fondo musical. Tres músicos y un cantaor con una voz prodigiosa.
Que ¿por qué un monólogo en Mérida?, como dice el Brujo en su intervención: Porque sale Pilatos. Y Pilatos era romano y el Teatro de Mérida es Romano. Queda claro ¿no?...¿NO? El título, olvidaba el título. “El Evangelio de San Juan”
El Evangelio de los signos, de las Señales, el más hermético, el más filosófico, el más griego de todos los Evangelios.
El interprete es educadamente irreverente, pero no, no se me alarmen los Creyentes, es sólo la visión que tiene el autor.
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El Brujo cautiva con su verbo, el verbo, “en un principio era el verbo” juega con las palabras, gesticula, un perfecto histrión, logra que el público participe en la obra.
Tengo una amiga a la que no le gustó y en el descanso abandonó el teatro. La obra obliga a prestar constante atención por los juegos de palabras. A mi me entusiasmó. Vamos, que hasta tengo ganas de releer el Evangelio.
No crean Ustedes que la cosa es fácil, bien al contrario lo plantea complejo, párrafos en griego clásico, en hebreo, en arameo, en latín. Al principio dije que hace trampas. Si, hace trampas en la escena está un par de veces. Tiene una “mesa” con unos pergaminos y unos pebeteros iluminan a ambos lados un camino. La obra transcurre casi en su totalidad en la orquesta.
Ocupa el espacio de orquesta más cercano a la escena. Lo enmarca en un gran mapa, supuesto mapa donde aparece dibujado el mar muerto, el mar de tiberíades y el río Jordán. Magnífica la introducción y la descripción del Bautista.
Con el Actor un cantaor y unos músicos dos y dos a la izquierda y derecha del “improvisado” escenario. Unas veces parece que el cantaor está “llamando a la oración”, prestas atención y son cantos coptos y letanías. Poderosa y magnífica la voz de este hombre. Al final de la representación lo presentó, pero olvidé el nombre. Con el Cantaor, la percusión, que también sirve para marcar los tiempos. Frente a ellos la cuerda. El actor usa la música para marcarse los tiempos y las respuestas, es un diálogo para darle la continuidad al monólogo.
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De lo que si estoy seguro es que gustará o no pero no te deja indiferente. Máxime si de cuando en cuando alzas la mirada y ves en la oscuridad como lejanas y frías las estrellas tiritan allá en lo alto. Tal vez los dioses sigan mirando la escena igual que la miraban hace 2000 años. ¡Que Proserpina os sea propicia y Júpiter os bendiga!