No me gusta viajar cuando llueve, imagino que habrá a quien
sí, pera a mí no. El ir por la autopista mejora bastante la conducción pero aun
así el viaje se alarga por las lógicas precauciones que has de tomar.
Pero hoy que una necesidad perentoria y urgente me ha
obligado a ello hubo un momento que me gustó, que disfruté del viaje y es
que ¡Qué hermosa estaba la sierra! La
cortina de agua cesó un momento, lo
justo para que pudiésemos ver como las
nubes, una vez coronados los altos picos de la sierra suaves se
desparramaban por las laderas cubriendo
con un manto blanco y gris las copas de las encinas. En algún punto había
algún rayo de sol.
Todo fue fugaz, rápido y pasajero pero alegró mi triste,
obligada y viajera mañana.