Esa noche, esa madrugada, se produjo algo que los expertos calcularon como posible cada 500 años. En 4 o 5 hora cayó tanta agua como durante 6 meses de invierno lluvioso. Resultado: 18 muertos y miles de millones en perdidas, hogares arrasados, desesperación, impotencia. En una ciudad como ésta resultaba difícil no encontrar un vecino o un amigo o conocido directamente golpeado por la tragedia.
La solidaridad de todos no se hizo tardar. Durante horas, recuerdo que yo entonces trabajaba en Mérida y cogía el autobús a las 6,30 de la mañana, estuvimos incomunicados, todas las vías de acceso a la ciudad estaban cortadas, los puentes por seguridad se cerraron al tráfico, sólo en un puente se habilitaron carriles para los bomberos y las ambulancias el río que divide la ciudad, por una vez la partía en dos. No había luz eléctrica, las emisoras de radio no funcionaban, no teníamos Tv. Una pqueña radio a pilas me permitió enterarme a medias, llamé a mi mujer, cuando amaneció me acerqué al río. Daba miedo. El puente de
Comenzó a llegar la electricidad comenzó la gente a reaccionar, volvió el teléfono, los Scout de mi hija se movilizaron, en ropa de faena buscaron palas y a quitar barro, la radio dijo, hace falta ropa, hacen falta mantas, hacen falta alimentos, a las 18 horas ya pedían que no se llevase más. Que sobraba de todo. Siempre he pensado que las mantas no es algo que se tengan demás en casa, se tienen las justas… sobraron mantas, alguno aquella noche paso un poco de frío pero ellos, los afectados, estaban calientes.
Ojalá no vuelvan a ocurrir estas desgracias y si ocurren que al menos no muera nadie y ojalá cada vez que ocurre algo así el resultado sea un parque como éste.